El Rojo revirtió la desventaja inicial y se impuso por 2-1 en la ida de la final del certamen continental. Damiao (36´ PT) había adelantado a los brasileros, que contaron con D´Alessandro, mientras que Maxi Velázquez (41´ PT) y Marco Pérez (27´ ST) marcaron para el local. La revancha será el 24 de agosto en Porto Alegre.
No fue una ventaja amplia ni tranquilizadora la que Independiente logró esta noche ante Inter por la primera final de la Copa Sudamericana. El 2-1 tiene gusto a poco pero de todos modos el Rojo logró una victoria que le da las posibilidades de alzarse con el título con un empate en Porto Alegre.
El equipo de Mohamed salió a presionar de entrada y mereció mejor suerte en el primer lapso de la etapa inicial. Con la movilidad de Marco Pérez, las trepadas a puro coraje de Tuzzio (lo mejor del partido) por derecha, la constante amenaza de la pegada de Leonel Núñez y la actitud grupal que reclamaba el hincha, el equipo logró arrinconar a su rival durante poco más de 20 minutos. Fue flojo lo de Defederico, quien con sus prolongados baches hizo extrañar demasiado a Patricio Rodríguez.
Por el lado de Inter, fue fácil vislumbrar que lo que había venido a buscar era el empate. Con la presencia solitaria de Leandro Damiao en ataque y la responsabilidad exclusiva en los pies de Andrés D´Alessandro de generar fútbol, los gaúchos no inquietaron a Hilario Navarro. Encima, Pablo Guiñazú y Mario Bolatti estuvieron ausentes por sendas lesiones, pero llegarían a la revancha.
Sin embargo, a pesar de que fue el período de partido más desfavorable para los brasileros, el Rojo no supo sacarle rédito y de a poco la visita comenzó a acomodarse al partido. D´Alessandro empezó a manejar los hilos de su equipo y así, de a poco, el campeón de la Copa Libertadores 2010 marcaba su presencia.
Por eso no sorprendió tanto que a los 36 minutos Damiao adelantara a Inter tras anticipar a Julián Velázquez en el primer palo, luego de una notable escalada de Nei por la derecha, con desborde a Gabriel Milito incluido. De todos modos, el papel del Mariscal, ovacionado en reiteradas ocasiones, fue aceptable.
Independiente reaccionó y equiparó las acciones cuando Maxi Velázquez, a 4 minutos del final de la primera parte, aprovechó al máximo un buen centro de Núñez desde la derecha y marcó el empate. Así, con las cosas igualadas y un sabor agridulce en el paladar, el Rojo se fue al vestuario pensando en dar vuelta la historia.
La segunda parte tuvo menor intensidad en la batalla de la mitad, y quizás por eso llegaron las acciones de peligro a los arcos. Inter siguió apostando al contragolpe y pudo haberse adelantado, pero el cabezazo de Tinga reventó el palo izquierdo de Hilario.
Independiente, por su parte, apostó a un sistema algo más audaz y salió a buscar la victoria. De todos modos, le faltó claridad y la falta de un generador de juego fue notoria, así como la ausencia de jugadores que abrieran la cancha. Pero una falta en el borde del área, sobre la izquierda, le dio la oportunidad a Marco Pérez de poner el 2-1 tras un rebote en uno de sus compañeros que estaba en la barrera.
Sin mucho, y ya sin D´Alessandro en cancha, Inter pudo haberlo empatado a través de un derechazo de Damiao o de una arremetida de Wilson Mathias por el segundo palo. Pero también Independiente estuvo cerca de estirar la diferencia cuando el juvenil Brian Nieva estrelló un cabezazo en el palo a los 41 minutos.
El 2-1 se consumó entre el conformismo de los brasileros y la impericia del local. La ventaja parece exigua, teniendo en cuenta cuánto más cómodo se siente Inter en su cancha. Por eso la despedida fue con tibios aplausos y con la sensación de que el 24 de agosto, en Porto Alegre, Independiente tendrá una parada brava en la que deberá apelar a su histórica mística para seguir llenando sus vitrinas.
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