El equipo de Jota Jota López empató 1-1 contra Belgrano de Córdoba en el Monumental y descendió por primera vez en sus 110 años de historia. Mariano Pavone (PT 5m) y Guillermo Farré (ST 16m). El Millonario necesita vencer a Belgrano por dos goles para quedarse en Primera. El partido se juega con un amplio operativo de seguridad, a partir de las 15 y por TyC Sports.
El domingo 26 de junio de 2011 será recordado como el día más triste en la historia de River. El día en el que el equipo más ganador del fútbol argentino vivió la desgracia de perder la categoría. Empató como local ante Belgrano 1-1, no pudo remontar los dos goles de diferencia que sufrió en Córdoba, y quedó condenado a jugar la próxima temporada en la segunda categoría. Sus hinchas, los únicos inocentes en este desastre, hoy no tienen consuelo.
El comienzo del partido estuvo acorde al calificativo de apasionante que bien le cabe a esta histórica Promoción. Antes de los cinco minutos pasó de todo. La visita convirtió por intermedio del Picante Pereyra, pero el árbitro –a instancias de su asistente Ernesto Uziga- lo invalidó correctamente por posición adelantada. En la jugada siguiente se volvió a estremecer el estadio, pero esta vez por el grito del alma de la gente de River… Juan Manuel Díaz sacó un largo pelotazo a dividir, Pavone la bajó con oficio y sacó un violento derechazo que viajó directo contra el palo derecho. Golazo.
Desde el vestuario, el equipo de Jota Jota se sacaba de encima la pesada mochila del primer gol. Sin embargo la pelota siguió siendo del Pirata, que durante los primeros quince o veinte minutos tuvo un buen trato de balón con finos toques de Vázquez, lucha en Ribair Rodríguez y vuelo en los laterales con Maldonado y Mansanelli. Hasta ahí, más allá del tanto inicial, se jugaba claramente a lo que quería Zielinski.
El Millonario recién pasó a dominador promediando la parte inicial, fundamentalmente por el buen trabajo de sus volantes por afuera –Affranchino y Pereyra-. A los 25, cuando el duelo se disputaba campo cordobés, Caruso se internó en el área y fue derribado por Claudio Pérez. Era penal, pero Pezzotta lo pasó por alto. Como también pasó por alto las segundas amarillas parra Luciano Lollo y Carlos Arano.
De ahí hasta el cierre, el local contó con dos chances nítidas para desnivelar, pero Pavone le quemó el pecho a Olave y en el rebote Díaz cabeceó apenas alto. Belgrano respondió con una incursión ofensiva de Maldonado, que tapó Carrizo.
En el comienzo del segundo tiempo River salió decidido a buscar el gol que le faltaba, pero fue sin fútbol, sin ideas y se regaló atrás. A los tres minutos, el Picante Pereyra quedó mano a mano con Carrizo y se perdió un tanto cantado al querer picar el balón por sobre el cuerpo del arquero. Sobre el cuarto de hora, el Pirata tuvo otra chance y esta vez no perdonó: Díaz y Ferrero fallaron insólitamente en el cierre y una pelota perdida derivó en Farré, quien fusiló a Carrizo.
A los 22, cuando River era un manojo de nervios, Pezzotta volvió a equivocarse: sancionó un insólito penal para el local, por un imperceptible empujón de Tavio sobre Caruso. Pero hubo justicia y Olave detuvo el remate de Pavone al lanzarse contra su palo derecho.
De ahí al final fue un monólogo del Millonario, pero el partido y el marcador siempre estuvo en manos de Belgrano, que logró un merecido ascenso. River, en esos minutos finales, fue búsqueda, amor propio, centros, remates desviados, pibes de inferiores, jugadores consagrados, estupor de su gente, bronca, fue una minoría que quería invadir la cancha, pero también fue llanto y aliento en una mayoría que hoy tiene el corazón roto, pero tarde o temprano volverá a sonreír por su colores.
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