Ni el título ni el superávit avaló la gestión de Jorge Amor Ameal: con la participación récord de casi 25.000 socios, Daniel Angelici se convirtió en el nuevo presidente xeneize, con el 55 por ciento de los votos.
La pirotecnia anunció la revolución en Boca. Dentro de la Bombonera, el cemento cimbró con una anunciada vuelta olímpica. Fuera de ella, a un costado, encerrados en una carpa blanca de sofocante sensación, la voluntad de los socios emitió un mensaje sonoro: el candidato opositor, el amigo de Mauricio Macri, Daniel Angelici, venció al oficialista Jorge Amor Ameal en una elección histórica para los xeneizes. Se recordará por muchos años porque nunca hubo tantos votos: 24.524, y porque ni la vuelta olímpica ni el superávit de 50.000.000 de pesos avalaron la gestión de Ameal, que había asumido el cargo después de la muerte de Pedro Pompilio, el 30 de octubre de 2008.
El flamante presidente xeneize, Daniel Angelici, ganó por 2472 votos de diferencia: 13.543 (54,82 por ciento) contra 11.071 (44.81 por ciento). Además, hubo 90 sufragios impugnados.
Se ondularon las otras banderas, las políticas. Los resultados se conocieron tarde y con mucha demora. Nadie esperaba una concurrencia tan grande. El boca de urna entregó temprano una diferencia a favor de Angelici. Claro que la brecha fue estirándose con el transcurrir de las horas hasta volverse irreversible. Tanto que sorprendió: en la madrugada, cuando faltaba el recuento de pocas mesas, Angelici llevaba una ventaja de 2200 votos. Ameal reconoció la derrota cerca de la medianoche y, en ese instante, Boca abrió otra etapa.
Fue un día histórico y aparecieron aquellos hombres que quedaron en los libros. Estuvo Martín Palermo, aunque lo suyo duró segundos. "Me voy rápido porque no esta no es mi fiesta", explicó. Además se los vio al Mellizo Guillermo Barros Schelotto, Hugo Ibarra, Diego Soñora y a los colombianos Mauricio Serna y Jorge Bermúdez. El desfile de personalidades siguió con Silvio Marzolini, Ángel Clemente Rojas y Alfredo Rojas, entro otros. Tampoco faltó Mauro Martín, líder de uno de los sectores de la barra brava, que, cerca de las 11, se presentó con un grupo de unos 50 hinchas. En cambio, no se advirtió la presencia del jefe del otro grupo, Rafael Di Zeo. Nada pareció fuera de su sitio. Salvo la demora del comienzo hasta que llegaron las boletas del oficialismo.
De a ratos pareció un mano a mano entre el gobierno nacional, de manifiesto apoyo a Ameal, y el porteño. Corrieron las versiones. Que tal traía camionetas con su gente. Que cual había costeado varios ómnibus desde el interior. La calle, alfombrada de panfletos sarcásticos de uno y otro, habló de predilecciones diversas. Pura ironía. Nada llamó la atención. Ni un papel con forma de carnet de socio de Huracán y los datos y la cara de Angelici. Ni una dura comparación: "Para seguir los pasos de River, vote Jorge Amor Aguilar 2011". Se vio un auténtico proselitismo paso tras paso. Roberto Digón, candidato a vicepresidente en la lista de Ameal, por ejemplo, llegó acompañado por el ministro de Trabajo, Carlos Tomada.
Macri estuvo temprano y dejó su impresión. "La gran participación de los socios fue porque se metió la política nacional. La gente de Boca no precisa eso; no le gusta". Alrededor de las 11, Angelici ya intuyó todo lo que vendría: "Estamos tranquilos y seguros de que vamos a festejar por partida doble: el campeonato y la victoria en las elecciones".
Muchos se levantaron temprano. Otros fueron más remolones. Igual llegaron a tiempo. La mayoría torció el rumbo sin fijarse que, alguna vez, Angelici se opuso al contrato millonario para un tal... Riquelme. Tampoco en los coletazos actuales. La memoria fue abarcativa y se despojó del retrato del final por más que la camiseta tiene otra estrella en el pecho.
La tranquilidad en las elecciones de Boca se vio alterada con un intento de agresión a Juan Carlos Crespi, que integró la lista de Daniel Angelici, pasado el mediodía. Un hombre se le acercó con un cuchillo en la mano y fue interceptado por la policía. "La verdad, no lo vi", dijo Crespi.
La pirotecnia anunció la revolución en Boca. Dentro de la Bombonera, el cemento cimbró con una anunciada vuelta olímpica. Fuera de ella, a un costado, encerrados en una carpa blanca de sofocante sensación, la voluntad de los socios emitió un mensaje sonoro: el candidato opositor, el amigo de Mauricio Macri, Daniel Angelici, venció al oficialista Jorge Amor Ameal en una elección histórica para los xeneizes. Se recordará por muchos años porque nunca hubo tantos votos: 24.524, y porque ni la vuelta olímpica ni el superávit de 50.000.000 de pesos avalaron la gestión de Ameal, que había asumido el cargo después de la muerte de Pedro Pompilio, el 30 de octubre de 2008.
El flamante presidente xeneize, Daniel Angelici, ganó por 2472 votos de diferencia: 13.543 (54,82 por ciento) contra 11.071 (44.81 por ciento). Además, hubo 90 sufragios impugnados.
Se ondularon las otras banderas, las políticas. Los resultados se conocieron tarde y con mucha demora. Nadie esperaba una concurrencia tan grande. El boca de urna entregó temprano una diferencia a favor de Angelici. Claro que la brecha fue estirándose con el transcurrir de las horas hasta volverse irreversible. Tanto que sorprendió: en la madrugada, cuando faltaba el recuento de pocas mesas, Angelici llevaba una ventaja de 2200 votos. Ameal reconoció la derrota cerca de la medianoche y, en ese instante, Boca abrió otra etapa.
Fue un día histórico y aparecieron aquellos hombres que quedaron en los libros. Estuvo Martín Palermo, aunque lo suyo duró segundos. "Me voy rápido porque no esta no es mi fiesta", explicó. Además se los vio al Mellizo Guillermo Barros Schelotto, Hugo Ibarra, Diego Soñora y a los colombianos Mauricio Serna y Jorge Bermúdez. El desfile de personalidades siguió con Silvio Marzolini, Ángel Clemente Rojas y Alfredo Rojas, entro otros. Tampoco faltó Mauro Martín, líder de uno de los sectores de la barra brava, que, cerca de las 11, se presentó con un grupo de unos 50 hinchas. En cambio, no se advirtió la presencia del jefe del otro grupo, Rafael Di Zeo. Nada pareció fuera de su sitio. Salvo la demora del comienzo hasta que llegaron las boletas del oficialismo.
De a ratos pareció un mano a mano entre el gobierno nacional, de manifiesto apoyo a Ameal, y el porteño. Corrieron las versiones. Que tal traía camionetas con su gente. Que cual había costeado varios ómnibus desde el interior. La calle, alfombrada de panfletos sarcásticos de uno y otro, habló de predilecciones diversas. Pura ironía. Nada llamó la atención. Ni un papel con forma de carnet de socio de Huracán y los datos y la cara de Angelici. Ni una dura comparación: "Para seguir los pasos de River, vote Jorge Amor Aguilar 2011". Se vio un auténtico proselitismo paso tras paso. Roberto Digón, candidato a vicepresidente en la lista de Ameal, por ejemplo, llegó acompañado por el ministro de Trabajo, Carlos Tomada.
Macri estuvo temprano y dejó su impresión. "La gran participación de los socios fue porque se metió la política nacional. La gente de Boca no precisa eso; no le gusta". Alrededor de las 11, Angelici ya intuyó todo lo que vendría: "Estamos tranquilos y seguros de que vamos a festejar por partida doble: el campeonato y la victoria en las elecciones".
Muchos se levantaron temprano. Otros fueron más remolones. Igual llegaron a tiempo. La mayoría torció el rumbo sin fijarse que, alguna vez, Angelici se opuso al contrato millonario para un tal... Riquelme. Tampoco en los coletazos actuales. La memoria fue abarcativa y se despojó del retrato del final por más que la camiseta tiene otra estrella en el pecho.
La tranquilidad en las elecciones de Boca se vio alterada con un intento de agresión a Juan Carlos Crespi, que integró la lista de Daniel Angelici, pasado el mediodía. Un hombre se le acercó con un cuchillo en la mano y fue interceptado por la policía. "La verdad, no lo vi", dijo Crespi.