Luchando como siempre, dejando todo en la cancha y con mucho corazón, esta vez no hubo ni milagro ni hazaña para Peñarol. Perdió 2 a 1 ante el Santos en Pacaembu y se quedó sin la sexta Copa Libertadores.
Un gol de Neymar en el arranque del segundo tiempo y otro de Danilo aprovechando el descontrol carbonero liquidaron las ilusiones de Peñarol, que se vuelve de Brasil con las manos vacías pero la cabeza bien en alto.
A base de triunfos épicos, hazañas para el recuerdo y goles en la hora, el carbonero sorprendió al continente entero y llegó hasta acá, la final de la Libertadores.
Como si fuera poco, con una campaña impresionante le devolvió a su gente esperanzas e ilusiones que hacía tiempo estaban dormidas, dejando bien en alto la bandera del fútbol uruguayo, que no definía una copa desde hacía 24 años.
Peñarol volvió y lo hizo con todo. A base de coraje y esfuerzo tumbó a varios gigantes y hoy por muy poco no dio la gran sorpresa.
Tras ir perdiendo 2 a 0, el equipo de Diego Aguirre jamás bajó los brazos y terminó poniéndose a un gol de la hazaña, dejando al Santos contra las cuerdas.
Hoy no jugó bien, es cierto. Tal como en Montevideo una semana atrás el equipo no respondió como se esperaba.
Sin embargo, las deficiencias futbolistas se disimularon con entrega y corazón, quedando a las puertas del empate, el alargue y la última hazaña.
Al Santos, en tanto, poco le bastó. Una impresionante aparición de Neymar, otra de Danilo y varios toques mágicos de Ganso, fueron suficientes para el equipo norteño, que pegó cuando tenía que pegar para ganar en casa y hacer valer el empate obtenido en el Centenario.
Santos es el campeón y está bien. En 180 minutos fue más que Peñarol y no hay discusión.
Un gol de Neymar en el arranque del segundo tiempo y otro de Danilo aprovechando el descontrol carbonero liquidaron las ilusiones de Peñarol, que se vuelve de Brasil con las manos vacías pero la cabeza bien en alto.
A base de triunfos épicos, hazañas para el recuerdo y goles en la hora, el carbonero sorprendió al continente entero y llegó hasta acá, la final de la Libertadores.
Como si fuera poco, con una campaña impresionante le devolvió a su gente esperanzas e ilusiones que hacía tiempo estaban dormidas, dejando bien en alto la bandera del fútbol uruguayo, que no definía una copa desde hacía 24 años.
Peñarol volvió y lo hizo con todo. A base de coraje y esfuerzo tumbó a varios gigantes y hoy por muy poco no dio la gran sorpresa.
Tras ir perdiendo 2 a 0, el equipo de Diego Aguirre jamás bajó los brazos y terminó poniéndose a un gol de la hazaña, dejando al Santos contra las cuerdas.
Hoy no jugó bien, es cierto. Tal como en Montevideo una semana atrás el equipo no respondió como se esperaba.
Sin embargo, las deficiencias futbolistas se disimularon con entrega y corazón, quedando a las puertas del empate, el alargue y la última hazaña.
Al Santos, en tanto, poco le bastó. Una impresionante aparición de Neymar, otra de Danilo y varios toques mágicos de Ganso, fueron suficientes para el equipo norteño, que pegó cuando tenía que pegar para ganar en casa y hacer valer el empate obtenido en el Centenario.
Santos es el campeón y está bien. En 180 minutos fue más que Peñarol y no hay discusión.
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